Este Tipo de pizza es fruto del genio de los campesinos del
territorio del Lazio que no podían permitirse desperdiciar ni un gramo de esa harina obtenida con tanto esfuerzo.

El producto más refinado y procesado se destinaba a los mercados, mientras que la parte más gruesa que no se vendía era utilizada en casa o por los panaderos para probar la temperatura de los hornos y luego hacer el pan.

Los panaderos solían probar la temperatura del horno con una pequeña hogaza de pan aplastada con la mano, que luego se degustaba caliente y perfumada.

Así nació la primera PINSA, derivada del verbo latino pinsère, que significa literalmente aplastar.

La historia de este producto fantástico se encuentra también en la Eneida de Virgilio, que narra la llegada de Eneas al Lazio, quien, hambriento y agotado por su largo viaje, fue recibido por el rey latino y su hija Lavinia.

Para dar la bienvenida y refrescar a los viajeros, se le ofrecieron productos locales acompañados de grandes pasteles de focaccia, no redondos sino alargados.

Virgilio la presenta como una comida pobre, con harina gruesa y sin refinar, pero con un sabor único.

Hoy en día, Pinsa ha pasado de ser una simple pizza de panadero a un producto que encierra la tradición y la historia de la contaminación culinaria que tuvo Roma al expandir su imperio.

La Pinsa que conocemos hoy es, pues, el resultado de la historia.

Al no tener una receta específica, ya que como se ha dicho antes era un trozo de masa aplastado y estirado, se utilizaba cualquier tipo de harina que estuviera disponible, desde la masa hecha con harinas gruesas Pinsa se prestaba a cambiar su receta, añadiendo nuevos granos que se importaban a Roma.

Hoy en día la pinsa tiene una receta y un proceso específicos, que caracterizan la ligereza, el sabor y el crujido de este producto, desconocido para muchos hasta hace unos años, pero que ahora se ha convertido en protagonista absoluto de la cocina italiana.